junio 01, 2012



Me he pasado horas mirando el celular expectante, esperando que me mandes un mensaje. Espero impaciente hasta que recuerdo que ya no hablamos, que ya no nada. Otras veces, luego de que ocurre algo emocionante o de lo más borde, me pongo a escribrte con total naturalidad, hasta que nuevamente recuerdo que ya no hablamos, que ya no nada. Allí me quiebro en llantos y enpiezo con una especie de ataque-caprichoso-depresivo preguntando por qué a mi, que hice yo para terminar así y todas las estupideces que se le ocurren a una en esos momentos. Es como que un ataque de negación invadiera todo mi ser y lo intoxicara con culpa, dolorosa culpa. Aquí, surguen muchas más estupideces pero con un tono un tanto más desesperante, la lucha entre aceptar la verdad y no hacerlo. Me cierro completamente a otras opciones y digo que ya está, que sin ti yo no sigo, pero sería tonto decirlo encerio, por lo menos para el resto y para la gente cuerda.

Todos me dicen que no llore, que no decaiga, que levante la cabeza y siga, pero ¿cómo se sigue sin tener ni pizca de voluntad? NO QUIERO SEGUIR ADELANTE SIN TI, no lo quiero. Si he de quedarme sola por 1, 2 o tres meses esperando, bien, lo haré. Si tengo que buscar la forma de bancármela y esperar por algo que quizá nunca llegue, también lo haré. Creo que a esta altura no me importa mucho si estás conmigo o no, bueno, claro que me importa pero prefiero tenerte como amigo a no tenerte en absoluto. Te necesito aquí.

No hay comentarios: