Entiendo la sensación de bienestar que se produce luego del
corte, entiendo ese sentimiento de mejoría que nos va convenciendo de que no
está tan mal hacer lo que hacemos. Entiendo cómo te sentís antes de pasar el
filo por tu piel, el miedo de la primera vez, los nervios de la segunda y la
seguridad de las siguientes. Entiendo el temor de que sean vistos, el cuidado
constante de taparlos las primeras veces y también entiendo la despreocupación
que le sigue. Cuando ya no importa si lo ven y opinan, después de todo es TU
cuerpo y TU vida, TUS decisiones.
Nadie entiende lo bien que se siente, lo aliviante y
tranquilizador que resulta. Nadie entiende porque lo hacemos y porque cuesta
tanto parar. Porque aunque uno quiera; cuesta y lleva tiempo, el deseo parece no
irse nunca, siempre nos vemos tentados a volver.
Cada persona tiene sus bajones, la mayoría vuelve a caer al
menos una vez en su recuperación. Pero se puede salir y vivir tratando de
vencer la tentación, luchando día a día.
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