junio 24, 2012


Cada vez un poco más fuerte, cada vez con más confianza. Siempre la misma pregunta: ¿Qué tan lejos puedo llegar hoy? 

Y una no lo sabe hasta que las manos comienzan a temblarle y las cosas se le escapan entre los dedos. Poco a poco los temblores van subiendo por el cuerpo hasta que nos convertimos en un terremoto viviente. Te observas y no lo puedes creer, intentas escribir pero el constante temblequeo te lo impide, las letras parecen garabatos en la hoja y las ideas vienen cada vez más rápidas y confusas. Sueltas la birome y la dejas caer al suelo, te agarras las rodillas y comienzas a balancearte de delante hacia atrás mientras respiras profundo para tranquilizarte. 

Luego de unos minutos, te acuestas y finalmente caes profundamente dormida.

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